Que dicen los lectores
Pequeño alquimista es una obra muy inteligente , escrita con alto nivel de detalle que recrea una realidad que se puede imaginar y sentir perfectamente; inicio de una aventura que nos hace recordar la existencia de la magia y otros mundos, reviviendo la curiosidad de la mente pura de la infancia...
El Pequeño Alquimista es el inicio de un mágico viaje, de esos que suceden por causalidades del destino, que parecen ser necesarios para huir, pero que realmente somos nosotros mismos enfrentándonos a nuestra misión de vida y recorriendo el mundo para cumplir nuestro destino...
Esta novela.nos lleva a conocer la vida de Géminis, buscador incansable de la respuesta a su vida solitaria y en su búsqueda nos enseña que nuestro mundo interior define nuestra percepción del mundo exterior, nuestra realidad la construimos todos los días con el material que tengamos disponible. ¡Qué alma tan grande para cuerpo tan pequeño! Aunque así te sientas, nunca estás completamente solo. El alma gemela no solo comparte corazón, sino también ilusiones Así como tenemos alma gemela, así también tenemos pensamientos/cerebro gemelo: afortunados aquellos que se encuentran...
Pequeño Alquimista nos hace reflexionar sobre lo impredecible y vulnerable que es la vida, nos hace identificarnos con situaciones que por más sencillas que sean, al ir avanzando en la novela (y en la vida) dan sentido a la existencia y personalidad de cualquier ser vivo o ente no humano. Nos permite y muestra que lo invisible también es visible, que lo inesperado puede tornarse una oportunidad de cambio y adaptación y que cada golpe es un suceso que puede tornarse en algo mágico...
Pequeño Alquimista nos lleva a remover las dudas y esperanzas que tenemos sobre la vida y la muerte. Nos deja con ganas de más porque todos ansiamos encontrar la respuesta que explique el misterio de nuestra existencia...
Afortunadamente, al comenzar a leer, la experiencia devino, de inmediato, en una vivencia que mezclaba demasiados ángulos y demasiadas luces distintas. Pero, debo reconocer que la confluencia terminó en un solo hecho: la luz blanca, esa que permite que veamos, esa que permite que penetremos, con frecuencia, hasta los más recónditos recovecos de la realidad que veamos desdoblándose con la lectura. Desde un principio, la nostalgia ganó peldaños y casi se apoderó del zenit, tapando por momentos, la claridad con la que se iban presentando las circunstancias en la narrativa. Lo bueno del caso, llegó cuando las escenas se iban empoderando una a una, construyendo una especie de código de entendimiento entre lo narrado y lo leído...